Miles de personas desfilaban sobre las siete de la tarde la Avenida de la Constitución. Cada uno con un problema distinto, pero todos unidos por la misma razón: la defensa de sus derechos. Se supone que había cuatro mareas, pero hubo otras muchas, menos visibles, que se unieron a las demás, como la marcha azul en contra de la privatización del agua, o la marcha lila a favor de la mujer. También estuvieron otros colectivos con algo que demandar, como el grupo de vecinos de Santiago el Mayor reclamando el soterramiento del AVE o las víctimas del terremoto de Lorca. Acudieron personas de todos los sectores sociales posibles, simpatizantes de las mareas, personas de otras comunidades, etc. Hacía tiempo que querían unir las diferentes manifestaciones que se han ido convocando a lo largo de la crisis, y este sábado lo consiguieron.
Marea Blanca
Menos servicios, reducción de plantilla, cierre de centros y de laboratorios, aumento del tiempo en las listas de espera, menos atención para inmigrantes, retrasos en el pago de medicamentos para las personas de la tercera edad… Las quejas de la marea blanca se gritaron durante todo el recorrido previsto, desde el Hospital Reina Sofía hasta la Plaza Circular. Allí se leyó el manifiesto en el que, entre otras cosas, se destacaba que “nuestro sistema nacional de salud no es el problema sino la solución”, debido a que su financiación es menor que en otros países occidentales en los que además los servicios no son los mismos.
Numerosos médicos y enfermeros de todas las ramas de la salud, pero también profesores, alumnos y jubilados se unieron a la marea como usuarios. “Esta marcha hay que centrarla no solo en los profesionales de la sanidad, sino en todas las personas afectadas, que somos los ciudadanos”, puntualizaba José Antonio Pujante, coordinador de Izquierda Unida y diputado regional en la Asamblea. “La prestación de los servicios se está reduciendo, las listas de espera se incrementan, algunos centros están cerrando como en Portman y también en las pedanías de Lorca, La Parroquia… No podemos aceptar esto”.
También en Librilla se ha notado el tijeretazo. María del Mar, una de las concejalas del reciente partido Unión Progresista por Librilla, formado por vecinos del municipio, contaba que los servicios de urgencias de su pueblo permanecen cerrados, desde mayo, a partir de las 10 de la noche. La hora de cierre estaba prevista para las tres del medio día, pero las movilizaciones ciudadanas consiguieron ganar un poco de tiempo. “Somos un municipio de 5000 habitantes que siempre ha tenido servicios de urgencia, tenemos mucha población mayor que tiene que trasladarse a Alhama, que es el pueblo de al lado, y de ahí los mandan al servicio de urgencias de la Arrixaca. La vuelta que se da es enorme”, se quejaba María del Mar.
Sobre reducción de servicios entienden bien Maite y Carolina, dos enfermeras de la Arrixaca que, al igual que muchos otros, han de lidiar con el mismo número de pacientes, pero con cada vez menos compañeros: “No sustituyen a las bajas por lo que nos tienen doblando”, contaba Carolina. Además, los centros privados no quieren a los pacientes con más complicaciones, por lo que se envían a la pública: “¡Y menos mal que está la pública!- se reía sarcástica Maite- Un paciente que necesite muchos días de hospitalización no es rentable para la sanidad privada y por eso nos lo mandan”. Y concluía indignada asegurando que “la sanidad no es rentable, lo mires por donde lo mires no se puede hacer negocio con ello. El paciente que no ingresas hoy va a ir cuatro días después”.
Inés Martínez y Javier Antón
Marea Negra
Desde la Glorieta de España, la marea negra, que representa a todos los funcionarios, se preparaba para salir. Se fueron organizando mientras esperaban a que se sumaran más personas: vendían camisetas negras, repartían carteles, globos negros, etc. Destacaba una guillotina hecha a mano, que tenía un cartel en lo alto reclamando justicia. A la marea acudieron bomberos, empleados del Ayuntamiento, ciudadanos en apoyo a esa marea y representantes de muchos colectivos de funcionarios. Salieron en dirección de la plaza de la Cruz Roja y cuando llegaron a la delegación de gobierno, se encontraron con la marea blanca y azul, quienes les siguieron por detrás. Cientos de personas desfilaron por la calle de correos gritando lemas que defendían el estado de bienestar y que denunciaban la disminución de sus plantillas. Durante la protesta, condenaron los recortes en investigación, la disminución de salarios y remarcaron la importancia de los servicios públicos.
Los funcionarios han sido uno de los colectivos más atacados en la crisis, a ellos se les culpa en parte del gran peso del gasto público que hay. El manifiesto que se leyó en la plaza Circular empezaba clamando “los servicios públicos deben cumplir dos funciones básicas y esenciales: distribuir la riqueza hasta alcanzar la igualdad social y garantizar las libertades democráticas y derechos ciudadanos”. Este manifiesto lo leyó su portavoz Jorge Gómez, quien es bombero desde 1988, “antes que bomberos somos ciudadanos y estamos aquí para apoyar a los ciudadanos” decía. Al preguntarle por la intervención de los bomberos en los desahucios, dijo que la política de estos era “No intervenir” y que “no hemos tenido problemas con nadie por esta posición porque asistimos a personas que están en peligro, por lo que en nuestra hoja de funciones no está echar a gente de sus casas”. Sobre los tópicos que hay sobre los funcionarios afirma que “me parece muy mal, la gente que piensa así no sabe que son los funcionarios” y que “nos ganamos el pan dignamente, no sobran funcionarios, sobra gente incompetente” Terminó animando a la gente a unirse “estamos luchando por el futuro de todos los demás” concluyó.
Isi Cano y Alicia Llanos
Marea Roja
La marea roja convocada a las seis de la tarde en el Banco de España, zona central de Gran Vía, presentaba el recorrido más corto. Su final, al igual que las otras tres, sería en la Plaza Circular. Debido al escaso número de metros que separaba el inicio del fin del recorrido con respecto a las otras mareas, se retrasó la salida hasta las 18:15, aproximadamente. La manifestación contaba con diversos sectores de representantes: principalmente por la Plataforma de afectados por la hipoteca (PAH), intersindical, algunos estudiantes defendiendo los Servicios Sociales y yayoflautas. De este último colectivo, había gente procedente de Madrid. También se unieron los manifestantes que están en contra del soterramiento de las vías que favorecería la llegada del AVE a Murcia.
Las mareas de educación (verde) y la englobada por PAH (roja) fue una unión de protestas con fines comunes. Fueron cuando las voces se multiplicaron y la gente que estaba más distanciada se hacía eco de las protestas de ambas manifestaciones. La verde, que era la más numerosa, contaba con estudiantes, profesores de todos los niveles educativos y padres afectados por los recortes en educación.
El ambiente antes de empezar la manifestación era agradable. Más sabiendo que el Tribunal Europeo de Justicia (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/14/suvivienda/1363259569.html) obligará en cierta medida a cambiar la ley de desahucios, que tan desagradables episodios nos ha dejado en las páginas de actualidad de los medios.
Como viene habitual en las protestas de las calles, numerosas banderas republicanas y algunas comunistas se dejaron ver a lo largo de la manifestación, ya sea, en la marea roja solitaria o en la unificada con sanidad, educación y administraciones públicas.
Loles Gálvez y Cristian Buendía
Marea Verde
De la Consejería de Educación a la Plaza Circular. Ese fue el recorrido de la “Marea Verde”, colectivo dedicado a criticar los recortes que ha sufrido el sector de la educación en los últimos meses, una de las cuatro mareas que llenaron Murcia el pasado 16 de marzo. Cada una protestando por sus intereses pero con un objetivo común: Los recortes.
Profesores sin expectativas de destino, progresivo aumento de ratios en todos los centros, eliminación de aulas, suspensión de cursos, recortes salariales o la supresión de la llamada jubilación LOE. Son algunas de las causas que han llevado a esta protesta pacífica que fue seguida por todo tipo de usuarios de la enseñanza. Como Miguel y Victoria, estudiantes universitarios que ven estos recortes como una privación de sus derechos y que consideran necesaria una rápida actuación para que afecte el menos tiempo posible y que, aunque le ha dado de lleno en su formación académica, no le llegue a sus hermanos y primos; o Agustín, profesor de Educación Física en un instituto que ve su labor gravemente perjudicada por la excesiva cantidad de alumnos en una misma clase y que dificulta enormemente su labor como educador.
Como bien dijo José Antonio, profesor de música en Murcia: “Estamos aquí para enseñar y eso es lo importante […] estar en una recesión económica afecta a todo y eso lo sabemos, pero hay mejores formas de distribuir el dinero y una de ellas no es comprar pizarras electrónicas si con ello debe meter en una clase a cuarenta alumnos”.
La marea comenzó en la Consejería de Educación, en la Avda. de La Fama. Siguiendo por las calles Melilla, Puerta de Orihuela, Mariano Vergara, Obispo Frutos, Plaza de Universidad, Santo Cristo, La Merced, hasta Santo Domingo. A partir de ahí, junto a la manifestación de las Mareas Negra y Blanca, continuó por la calles Santa Clara y Maestro Alonso, hasta la Gran Vía y el Escultor Francisco Salzillo, donde se reunió con la Marea Roja.
Irene González y Santiago Cabrera